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¡8 años de prisión para un sexagenario asesino en Aguascalientes!

  • En la comunidad El Relicario, en el 2011, mató a balazos a un obrero ya que creía que éste le robó un becerro

SENTENCIA SEXAGENARIO ASESINO EL RELICARIO (JUAN TORRES DIAZ) (1)AGUASCALIENTES, AGS.- El juez Quinto Penal impuso una sentencia condenatoria de 8 años de SENTENCIA SEXAGENARIO ASESINO EL RELICARIO (JUAN TORRES DIAZ) (2)prisión en contra de un agricultor que asesinó a balazos a un joven obrero en junio del 2011 en la comunidad El Relicario, al oriente de la ciudad, ya que creía que éste le robó un becerro, aunque al reclamarle tal hecho la víctima lo negó.

El sexagenario aseguró que no era la primera vez que le hurtaban animales y siempre creyó que el obrero era el responsable, por lo que decidió hacerse justicia por su propia mano, lo que finalmente le valió ser sentenciado tras ser encontrado responsable por el delito de homicidio doloso.

Además de la pena corporal, fue condenado al pago de 82 mil 782 pesos por concepto de reparación del daño a favor de los familiares del occiso y de mil 417 pesos por concepto de multa a favor del fondo para la administración de justicia.

El sentenciado es Juan Torres Díaz, actualmente de 69 años de edad y que antes de ser encarcelado vivía en la segunda privada Galilea número 103 en El Relicario.

A quien asesinó fue a Francisco Javier López Tiscareño, que contaba con 20 años de edad, era soltero y tuvo su domicilio en el rancho Arroyo Hondo de la citada comunidad.

El martes 14 de junio del 2011, a las cuatro de la tarde, el sexagenario se dio cuenta que le faltaba un becerro de un año y medio de edad, por lo que decidió irlo a buscar junto con sus hijos Simón, de 28 años, Jesús, de 26 y Pablo, de 40.

Trataron de localizarlo por los alrededores de su casa pero no lo encontraron.

El mismo martes, a las 9 de la noche, otro hijo del sexagenario, Pepe Torres, fue a la casa de Francisco Javier y se entrevistó con la madre de éste, María Elena Tiscareño Esparza, de 42 años, a quien le preguntó si había visto cerca de su domicilio un becerro ya que se los habían robado, a lo que ella le contestó que no, por lo que se retiró.

El miércoles 15, a temprana hora, Juan se levantó a ordeñar sus vacas y luego a desayunar, pero a las 7 de la mañana se trasladó a la casa de Francisco Javier y habló con el padre de éste, Alfonso López Ortega, a quien le preguntó que si su hijo no se había robado un becerro.

Alfonso le contestó que él no sabía nada y que su hijo no se había robado nada, por lo que el sexagenario se retiró.

Tras lo anterior, Alfonso interrogó a Francisco Javier sobre el hurto del animal y éste le aseguró que él no lo robó.

Juan estuvo en su casa y alrededor de la una de la tarde salió otra vez con rumbo a la casa de Francisco Javier ya que estaba seguro que éste fue el responsable de la desaparición de su becerro, llevando consigo un arma de fuego tipo revólver calibre 22.

Coincidentemente, el obrero salió de su vivienda para ir a buscar una yegua y un potrillo propiedad de la familia, según les comentó a sus padres.

El agricultor y el joven se encontraron en una especie de monte y el primero le reclamó sobre el robo del becerro, pero el segundo se dijo inocente.

El sexagenario decidió hacerse justicia por sí mismo y sacó el arma y le disparó a Francisco Javier hasta en tres ocasiones, logrando impactarlo en las piernas.

Ante la agresión, el obrero se fue corriendo hacia su casa y al llegar les indicó a sus familiares que lo había baleado Juan Torres, que, por su parte, regresó a su vivienda como si nada.

Francisco Javier entró a un cuarto del rancho y se acostó en una cama y luego en el piso, donde estuvo desangrándose hasta que murió.

Su madre -María Elena-, le pidió ayuda a una vecina, Guadalupe Alejandra Magallanes Palos, de 23 años, que se comunicó a los servicios de emergencia y quien había escuchado las detonaciones.

Una cuñada del agredido, Elizabeth Durón Durón, de 21 años, que se encontraba en el domicilio, lo vio llegar sangrando, por lo que también pidió ayuda al servicio de emergencia 066.

Minutos después, al lugar acudieron paramédicos del cuerpo de Bomberos Municipales, que revisaron al joven y confirmaron que ya había fallecido.

El Ministerio Público acudió a dar fe de los hechos y mientras elementos de Servicios Periciales levantaban el cuerpo del obrero para su traslado al SEMEFO, agentes del grupo Homicidios iniciaron las investigaciones y los familiares del occiso les informaron quién era el agresor.

Los ministeriales se trasladaron a la casa de Juan y lo arrestaron, encontrándolo afuera, sentado debajo de un árbol.

Cuestionado sobre lo sucedido, éste les dijo que cuando se encontró con Francisco Javier en el monte, le preguntó por su becerro y éste le contestó que él no sabía nada y que no era su vaquero para cuidarle su ganado.

Que él le contestó que efectivamente no era su vaquero pero que sí le estaba robando su ganado, por lo que Francisco Javier sacó de entre sus ropas una daga de dos filos y se le fue encima para agredirlo.

Que debido a ello, él sacó la pistola que llevaba fajada a la cintura del lado izquierdo y le dijo “… pues ya estás g… yo también tengo con qué quererte…”.

El sexagenario reveló también a los investigadores que al verlo armado, el obrero se echó a correr, por lo que él disparó por la espalda pero sin apuntarle ya que, según él, sólo quería asustarlo, ignorando si lo había impactado o no.

Agregó que tras lo ocurrido volvió a su casa y dejó el arma en un centro de entretenimiento de un cuarto y luego salió a sentarse bajo un árbol, siendo luego detenido.

Pese a sus argumentos, Juan fue puesto a disposición del Ministerio Público y luego consignado ante el juez penal, que lo procesó por homicidio y finalmente lo sentenció a 8 años de cárcel.

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