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¡20 años de prisión a agente de Tránsito que asesinó a su concubina de un balazo en Aguascalientes!

SAGUASCALIENTES, AGS.- El juez Sexto Penal dictó una sentencia condenatoria de 20 años de prisión en contra del oficial de la Policía Vial que asesinó a su concubina de un balazo en el abdomen en mayo del 2012, tras encontrarlo responsable por el delito de homicidio doloso calificado con premeditación, ventaja y por la relación de parentesco que tenía con la víctima.

En sus primeras declaraciones, el oficial aseguró que le disparó a su mujer de manera accidental, pero luego confesó que discutió con ella, por lo que desenfundó su arma de cargo y le disparó en una ocasión, hiriéndola mortalmente en el abdomen.

Los familiares de la víctima informaron a las autoridades ministeriales que la trataba mal, pero que ella nunca lo había denunciado, al parecer porque le tenía temor.

El sentenciado es Roberto Castillo Prieto, de 48 años, preso en el CERESO Aguascalientes.

A quien dio muerte fue a su concubina Mónica Patricia Castañeda Veloz, que contaba con 36 años de edad, se dedicaba a las labores del hogar y tuvo su domicilio en la calle Cedro número 105 del fraccionamiento Jardines de la Cruz.

Los hechos ocurrieron en esta dirección a las 00:10 horas del domingo 20 de mayo del 2012, aunque el ama de hogar pereció a las 5 de la madrugada en el Hospital Miguel Hidalgo.

El policía vial trabajaba de las 11 de la noche a las 7 de la mañana, pero tenía la costumbre de ir a su casa entre las 00:00 y las 01:00 horas para cenar y luego retirarse a seguir laborando.

Aparentemente, tenía días enfermo del estómago y tenía que ir constantemente al baño.

El sábado 19 comenzó a laborar de manera normal en la patrulla 2292, un auto Nissan Altima modelo 2008 en color blanco e incluso traía un escolta, pero posteriormente un comandante se lo solicitó.

Los elementos se reunieron frente a una farmacia en las avenidas Aguascalientes y Arqueros y ahí Castillo Prieto aprovechó para pedirle permiso al comandante de ir a su casa al baño y aparentemente éste accedió.

Al llegar a su vivienda, el uniformado ingresó al sanitario, despojándose de sus fornituras en las que traía el arma de fuego de cargo, una Glock calibre 9 milímetros, el radio de comunicación y hasta la tarjeta electrónica con la que se encendía la patrulla.

Una vez que satisfizo su necesidad fisiológica salió del baño, dándose cuenta que su concubina estaba de pie cerca de la puerta.

Él le preguntó a qué hora se habían quedado dormidas sus dos hijas y ella le contestó que temprano. Luego, él le comentó que había ido al baño porque aún se sentía mal del estómago pero que ya se iba a regresar a trabajar.

Al parecer, en esos momentos se aproximó a su mujer para darle un beso, pero al mismo instante pretendió acomodar el arma en la fornitura, aunque se le disparó debido a que traía un cartucho en la recámara de percusión.

El proyectil hizo blanco en la humanidad de Mónica Patricia, concretamente en el abdomen, por lo que se recargó en la puerta de una recámara. Al verla herida, Roberto aventó la pistola y se le aproximó, preguntándole ella “…qué pasó, qué pasó…”.

El oficial de inmediato tomó su radio y llamó a su base para pedir una ambulancia, explicando lo que acababa de ocurrir.

En el domicilio habitaba un hermano del policía vial, Alejandro Castillo Prieto, de entonces 44 años, que estaba dormido en una recámara pero despertó al escuchar el balazo, imaginando que una botella de vidrio se había caído al piso y quebrado.

Al salir de su habitación vio a Mónica Patricia recargada en la puerta de otro cuarto con sus manos sobre el abdomen y a Roberto de pie afuera del baño y llorando, por lo que le preguntó qué ocurrió, pero no le contestó.

Entre los dos la llevaron a sentar a una cama y poco después llegaron los paramédicos, que la auxiliaron y trasladaron a recibir atención al Hospital Hidalgo.

Roberto se quedó en el domicilio, a donde llegaron varios de sus compañeros, que lo detuvieron y trasladaron a la Policía Ministerial a disposición del AMP.

Enterados de los hechos, agentes del grupo Homicidios acudieron al nosocomio y lograron platicar brevemente con Mónica Patricia, que les dijo que su esposo le había disparado pero que había sido un accidente.

Horas después dejó de existir.

Después, junto con el Ministerio Público, se trasladaron al domicilio, donde encontraron y aseguraron el arma de fuego del elemento y un casquillo percutido.

Al entrevistar al oficial de la Policía Vial, les dijo que le disparó a su concubina de manera accidental, explicándoles la forma en la que ocurrieron los hechos, pero pese a su versión fue consignado ante el juez Sexto Penal, que le inició un proceso por homicidio doloso calificado y finalmente lo condenó a 20 años de prisión.

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