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¡Zacatecas vive en un constante estado de horror!

Cortesía: www.ntrzacatecas.com

ZACATECAS, ZAC.- Un mes y medio después de que aparecieran los primeros colgados en la capital, el suceso se repitió el pasado domingo 18 de agosto, en vísperas del regreso a clases de más de 480 mil estudiantes en todo el territorio estatal.

En aquella ocasión, se recogieron algunos comentarios y testimonios que hablaban de la afrenta que representaba el hecho de asesinar y colgar a sujetos presuntamente ligados con alguna banda delincuencial, al amparo de la noche, y justo enfrente de Ciudad Administrativa.

Y ahora tampoco fue la excepción.

El asesinato y despliegue sistemático de los cuerpos de delincuentes rivales resulta ser un hecho premeditado y cuidadosamente planeado. Suficientemente descarado como para llevarlo a cabo “en las barbas” de la autoridad, que sigue brillando por su ausencia.

Más aún, en ésta, la segunda ocasión en que los delincuentes hacen tal despliegue, elevaron también el grado de sofisticación, pues en el lugar dejaron, además de un narcomensaje dirigido a la autoridad, un par de memorias digitales, con supuestas evidencias e información para uso de las autoridades.

¿Acaso pretende algún grupo delincuencial suplir las funciones de inteligencia que la autoridad no lleva a cabo? ¿Por qué tendría más información un grupo delictivo que el propio Gobierno y sus áreas de seguridad?

O en todo caso, ¿qué pasó con el área de inteligencia que instauró esta administración?

No puede ser posible que el Gobierno, con el enorme despliegue de cámaras de seguridad, efectivos patrullando día y noche, colaboraciones interinstitucionales y participación de policías municipales, estatales, ministeriales y metropolitanos, no hubiera tenido información suficiente para atrapar anticipadamente a los que resultaron colgados o a quienes los colgaron.

El estupor provocado por ver dos cuerpos humanos suspendidos de un puente peatonal solamente es comparable con el que provoca el sentido de impotencia de cada vez más zacatecanos, quienes no perciben mejoría en la seguridad pública.

Pues aunque las cifras digan -griten- que los niveles de delitos en contra de la población han disminuido o que la mayor parte de los muertos son miembros de bandas criminales, a la gente le queda la percepción de que su entorno es peligroso.

No basta con decirle a las personas que no se preocupen, que los muertos no son la “gente buena”, sino la “mala”.

El simple hecho de que un acto de barbarie como el ocurrido la madrugada del domingo suceda en la mancha urbana es motivo más que suficiente para que mucha gente refuerce la idea de que poco o nada se está haciendo oficialmente para luchar contra esos delincuentes, de uno o de otro bando.

Y es que la gente no es tonta. Cuando se entera de la noticia inmediatamente calcula cuánto tiempo se tuvieron que tardar en llevar a cabo su fechoría, en una vía sumamente transitada, a escasos metros de una instalación vigilada como la central camionera, sin que llegara un solo elemento de Policía.

¿Qué deberemos esperar ahora, pues, los zacatecanos? Ojalá veamos en los próximos tres años más y mejores políticas públicas de seguridad en el Estado. Más efectividad para garantizar la paz social que se ve trastocada con cuerpos colgados, decapitados, ajusticiados en casi todo el territorio estatal.

No importa que en este próximo informe de gobierno no se diga. Lo que importa es que se haga y que se note.

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